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Este artículo incluye la opción de escucharlo en formato "audiolibro".

La verdad por delante: Elon Musk no me cae bien. Gran sorpresa, lo sé, pero no soy fan ni de su talante ni de sus proyectos ni, sobre todo, de sus fans. Otra verdad por delante: me van los Tesla. No sé si querría tener uno, porque no conduzco ni planeo hacerlo jamás, pero ojalá tener dinero para llevarlo al garaje; seguro que sería el de un chalé con piscina. Estos son coches llenos de imbecilidades: tienen videoconsolas, pantallas gigantes y otras tantas características que suenan bien hasta que piensas “¿y yo cuándo voy a querer hacer eso estando al volante?”. Que quizá quieras jugar a Burnoutmientras vas por la autopista, aquí no se juzga a nadie, pero diría yo que no es el mejor lugar para ver The Office por vigésima vez.

Los Tesla también son otra muestra más de las bondades del tardocapitalismo, porque vienen con todo instalado. Sep. Si compras un Mercedes y quieres añadirle prestaciones, eso es algo que tiene que instalarse físicamente, pero un Tesla viene ya con todo de serie. Bueno, corrijo: viene con todo instalado, pero luego tú tienes que activarlo. ¿Quieres que tu coche cargue más deprisa? Paga. ¿Quieres que sea más rápido? Tuyo es por el precio adecuado. Sólo tienes que dar la orden y, como si fuera un smartphone, el vehículo se actualiza al instante y es objetivamente mejor. También pueden desinstalar estas características después de que hayas comprado el coche de segunda mano. O quizá algo que era gratuito antes ahora pase a ser de pago. Maravillas del mercado. Pero también, seamos honestos, si tienes un Tesla, ¿qué son otros 8.000 euros menos en tu cuenta?

Pero OK, Deus Ex. Me encuentro en esa extraña situación en la que respeto esta saga sin que la aprecie. ¿Son buenos? Por supuesto, pero tampoco es que me muera de ganas por volver a Mankind Divided. Siendo honestos, su rollo transhumanista no me va: el cierre de “¿y si te hackeasen el cerebro?” de Human Revolution me parece una soberana tontería porque, verás, yo también puedo hackearte con una dosis de burundanga. No tendrás cables, pero te apuesto lo que quieras a que no vas a poder cerrar la mano si te corto los tendones. Prefiero ver Ergo Proxy, la verdad.

Lejos de comparar esta obra con Ghost in the Shell, que, en mi opinión, sí hace un buen trabajo a la hora de plantear esa dicotomía hombre/máquina, hay un detalle inesperado de verdadero cyberpunk que había pasado por alto.

Para los legos en la materia, en Deus Ex: Human Revolution y su secuela, Mankind Divided, manejamos a Adam Jensen, jefe de seguridad de Sarif Industries, una compañía de implantes tecnológicos que se cuenta entre las mayores del planeta. A Jensen casi le matan, pero los avances de la medicina permiten no sólo devolverle la vida, sino mejorar su cuerpo. Ahora es un cibersoldado: su torso es de metal, tiene espadas ocultas en los antebrazos y puede activar unas gafas de sol súper molonas. Eso último es importante. Mejor aún, su cuerpo puede mejorar todavía más y caer desde gran altura sin sufrir daño, desarrollar filtros que le permitan respirar toxinas como si fueran perfume o activar un sistema que esparce granadas igual que un aspersor. Jensen puede ser invencible…

… por un precio.

El árbol de habilidades en Deus Ex se desbloquea con Puntos Praxis, y esto no es una abstracción. En el universo del juego, los cuerpos cibernéticos vienen con toda clase de aumentos ya instalados, pero no se activan hasta que el anfitrión se hace a sus propias funciones para evitar una sobrecarga. Los Puntos Praxis omiten el proceso y hackean el cuerpo para acceder directamente a esas mejoras. Puedes obtenerlos subiendo de nivel, como hacen los pardillos, pero también puedes ir a tu clínica LIMB de confianza y comprar uno, dos, cinco, o cuantos puedas permitirte.

Repetiré más despacio: cuando obtienes una habilidad, no la integras, sino que la desbloqueas. Siempre ha estado ahí. Y puedes comprar atajos para obtener lo que ya tenías en un principio.

Incluso siendo el jefe de seguridad personal de uno de los hombres más ricos del planeta, Adam Jensen sigue comprando Puntos Praxis con su propio dinero. Está atado al mercado igual que el resto de mortales, y todas las conexiones, influencias y buenas palabras caen en saco roto cuando te faltan mil créditos para comprar el siguiente paquete. La reputación y, quizá, la vida de Sarif está en juego, pero eso lo más que te da es un descuento.

La sanidad estadounidense es privada, y cada uno paga lo suyo. Con creces. Los precios desorbitados de la insulina y la cantidad de gente incapaz de permitírsela que se llevan por delante son algo muy conocido. Es un país de Gofundmey gente en silla de ruedas porque no pudo pagarse aquella operación de rodilla. Ni siquiera en un mundo donde cada cual podría alcanzar su plenitud física y psicológica dejamos de librarnos del mercado, del dinero, del consumo. Si Adam Jensen las pasa canutas para comprar un Punto Praxis, aun con su descuento VIP, imagina cómo será para el hombre de a pie. La promesa de una vida mejor es una ilusión; si has perdido una mano, quizá puedas permitirte una biónica, pero no esperes que lo tenga todo. Quizá un día la destreza de tus dedos sea un servicio de pago, quién sabe.

Evidentemente, todo esto son mecánicas y sistemas de juego. Si Deus Ex: Human Revolution te lo diera todo hecho, serías una bestia parda y no habría tensión. Progresar y definir tu propia versión de Adam Jensen, si más hacker, si más sneaky, si más bestia parda, es parte de la gracia, y el dinero incentiva investigar en busca de créditos y objetos para vender.

Pero nadie obligaba a Eidos Montreal a que los Puntos Praxis tuvieran esta explicación. Podrían ser simplemente Praxis, así, como concepto, que Adam Jensen se vuelve más sabio y consciente de sus habilidades conforme pasa el tiempo, o podría integrarse en las tiendas como haría más adelante Cyberpunk 2077, dejando que compres e instales tu propio set de mejoras. Podrían hacer que no fueran mejoras cibernéticas sino capacidades humanas: un Adam más avispado, más perceptivo, más ágil. Pero no; son Puntos Praxis, y así es como funcionan, y aquí es donde se compran.

Para tantas otras cosas, Human Revolution y Mankind Divided me parecen críticas suaves y filosofía ligera, pero espero que ascendieran a quien propusiera los Puntos Praxis. Detalles así no sólo definen su mundo sino que lo relacionan con el nuestro. Tesla apenas era conocido cuando llegó Human Revolution, pero ahora podemos comparar notas y ver que los cabrones ya lo habían visto venir. Todos podrían tener cuerpos perfectos. Podrías comprar un Tesla ya con todo desbloqueado. Literalmente el único motivo por el que no lo hacen es por ganar aún más dinero. Es una protesta sutil, pero ahí está, infiltrada y a la espera de ser descubierta. Desbloqueada, podría decirse.

Comments

Anonymous

Chevere, genial que sigas haciendo estos textos con audio. Me es muchísimo más práctico el que esté con audio disponible. :D

Anonymous

Justo hace unos días me pasé este Deus Ex y me encantó! Muchas gracias por esto Dayo!

Pablo Rodríguez Beltrán

Se agradecen un monton estos artículos, especialmente que estén en formato audio!