The Sound of Rebellion | El Sonido de la Rebelión [Ariel] (Patreon)

Ariel was always a rara avis, for a demon it is tremendously exceptional to want to build something and not destroy it. The wasteland they come from corrupts them, makes them perverse and vengeful, even if their soul may have been noble at some point in their existence. Not all demons got their comeuppance deservedly, that's something Ariel knew first hand. The feeling of injustice was something that ignited a flame of vengeance and resentment within him. The place where he was born, the place that rejected him, treated them all with the same harshness and fairness. Both the most bloodthirsty and perverse warrior, as well as the one who simply refused to follow the established rules. The dark abyss devoured them, but it also welcomed them, and in the middle of the darkness, with no return, no salvation possible, they became something else.

Hell is a place full of darkness and pain, where time and space pass in a way that the human mind can only try to imagine, let alone guess, what it's like. To a greater or lesser extent, they all suffered a constant degradation, where their mind, lacking the divine light, was consuming them. Some of them did so quickly, and their repentance and lack of purpose turned them into angry and dangerous souls in pain. But, in other cases, it was slower and crueler... Boredom, hopelessness and that boundless blackness, created a strange perspective on what their new way of acting was... In a place where they weren't needed, where there was nothing but others like you... What else could they do but try to find a way to keep their minds occupied?.

Comrades in arms, helping hands, simple allies... they became each other's targets. And where there was nothing, there was noise. Cries and screams mixed with the sound of laughter and moans of pleasure. The lack of light certainly didn't do them any good, but it gave them something they never thought they could get: Freedom. They no longer needed everything they were once created for, they were now the masters of their own destinies and made their own rules.

For almost all of them, hell attracted them and destroyed them in a similar way, but there were those who were able to overcome it. Ariel's motivations were never about recognition, never about victory, he didn't care whether they made a difference or not, he just wanted something they couldn't completely deprive him of: Art. He spent centuries watching humans grow and mature, using tools created from bones and sticks. Later, with intricate designs made up of different parts, painted with bright colours and producing surprising sounds. All he wanted was to join them, to cross the threshold and share that which in his eyes was magic in its purest form. His rebellion was small, intimate and very submissive, he only demanded a different end. Inside he knew that he was born for it, even if heaven didn't understand that one of his own could have the capacity to build without plans, or to think without guidelines. He was denied it so many times, that when the war came, side was already decided.

Even after the fall, that didn't change in the slightest. For countless years, he went inside his own imagination, going over the notes in his head, creating scores, practising a way of imitating them even amidst the noise and darkness. It kept him sane, made him forget much of the atrocities he received and much of the atrocities he inflicted. He hadn't lost all of it. Not as long as he kept that part of his brain intact. He was damn sure that was the only thing that would stay in place. A sense of self-pride took hold of him, never to leave him. There was no fear, no regret, no hope left, but he had a bright light inside that would always be able to guide him.

Being sent to earth was more than a stroke of luck, it was like winning a lottery. He never hated humans, he never wished to annihilate them, he longed to understand, to share and to demonstrate. Never before, neither in heaven nor in hell, had he felt more alive, more free, more unpunished. And so, in the darkest years of humanity, for the first time Ariel knew what it was to lose his way and feel hopeless.  And as he had done in the past, the rebellion against his people was done quietly and discreetly. He could not allow them to annihilate what he had stayed alive for so long. He would do anything to preserve that piece of rock suspended in the middle of space. Even if it meant sabotaging the plans of his people and becoming the enemy of all living things.

🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧

Ariel siempre fue una rara avis, para un demonio es tremendamente excepcional querer construir algo y no destruirlo. El páramo del que provienen los corrompe, los hace perversos y vengativos, aún si su alma pudo ser noble en algún momento de su existencia. No todos los demonios obtuvieron su castigo merecidamente, eso es algo que Ariel supo de primera mano. El sentimiento de injusticia era algo que encendía una llama de venganza y resentimiento en su interior. El lugar donde nació, el que le rechazó, los trató a todos ellos con la misma crudeza e imparcialidad. Tanto al guerrero más sanguinario y perverso, como aquel que, simplemente, se negó a seguir las normas establecidas. El oscuro abismo los devoró, pero también los acogió y en mitad de la oscuridad, sin retorno, ni salvación posible, se convirtieron en otra cosa.

El infierno es un lugar lleno de tinieblas y dolor, donde el tiempo y el espacio transcurren de una forma en la que la mente humana solo puede tratar de imaginarse, ni mucho menos acertar, cómo es. En mayor o menor medida, todos ellos sufrieron una degradación constante, donde su mente carente de la luz divina, les fue consumiendo. Algunos lo hicieron rápidamente, el arrepentimiento y la falta de objetivos, los convirtió en almas en pena, furiosas y peligrosas. Pero, en otros casos, fue más lento y cruel… El aburrimiento, la falta de esperanza y aquella negrura insondable, les creó una extraña perspectiva de cuál era su nueva forma de actuar… En un lugar donde no se les necesitaba, en el que no había nada más que otros como tú… ¿Qué más podían hacer que tratar de buscar una forma de mantener la mente ocupada?

Compañeros de armas, manos amigas, simples aliados… se convirtieron en objetivos los unos de los otros. Y allí donde no hubo nada, se hizo el ruido. Llantos y gritos mezclados con el sonido de las carcajadas y los gemidos de placer. La falta de luz, sin duda, no les hizo ningún bien, pero les dio algo que jamás creyeron poder obtener: La libertad. Ya no necesitaban todo aquello por lo que un día fueron creados, ahora eran los dueños de sus propios destinos y hacían sus propias normas.

Para casi todos ellos, el infierno les atrajo y les destrozó de una forma similar,  pero hubo quién fue capaz de sortearlo. Las motivaciones de Ariel nunca pasaron por el reconocimiento, ni por la victoria, le daba igual si cambiaban las cosas o no, lo único que deseaba era algo de lo que no podían privarle del todo: El arte. Se pasó siglos observando a los humanos crecer y madurar, utilizando instrumentos creados con huesos y palos. Más tarde, con intrincados diseños compuestos por diferentes partes, pintados con colores llamativos y que producían sonidos sorprendentes. Lo único que deseó fue unirse a ellos, cruzar el umbral y poder compartir eso, que a sus ojos era la magia en estado puro. Su rebelión fue pequeña, íntima y muy sumisa, solo exigió un fin diferente. En su interior sabía que había nacido para ello, aún si el cielo no comprendía que uno de los suyos pudiera tener la capacidad de construir sin planos, ni de pensar sin directrices. Se le negó tantas veces, que cuando la guerra sobrevino, su bando ya estaba decidido.

Aún después de la caída, eso no cambió lo más mínimo. Durante incontables años se metió dentro de su propia imaginación, repasando las notas en su cabeza, creando partituras, practicando una forma de imitarlos aún entre el ruido y la oscuridad. Eso le mantuvo cuerdo, le hizo olvidar gran parte de las atrocidades que recibió y otras tantas que él infligió. No había perdido del todo. No mientras conservase esa parte de su cerebro intacta. Tenía la maldita seguridad que eso era lo único que seguiría en su sitio. Un sentimiento de orgullo propio se apoderó de él para no abandonarlo jamás. No tenía miedo, no había pesar, no quedaba esperanza, pero tenía una luz brillante dentro que siempre sería capaz de guiarlo.

Ser enviado a la tierra fue algo más que un golpe de suerte, fue como ganar una lotería. Nunca había odiado a los humanos, nunca había deseado aniquilarlos, anhelaba comprender, compartir y demostrar. Nunca antes, ni en el cielo, ni en el infierno, se sintió más vivo, más libre, ni más impune. Por eso, en los años más oscuros de la humanidad, por primera vez Ariel supo lo que era perder el rumbo y sentirse sin esperanza. Y como hizo en el pasado, la rebelión contra los suyos se hizo en silencio y de forma discreta. No podía permitir que aniquilaran aquello por lo que se había mantenido vivo tanto tiempo. Haría cualquier cosa por preservar aquel trozo de roca suspendida en mitad del espacio. Aún si eso implicaba sabotear los planes de los suyos y convertirse en el enemigo de todo lo vivo.