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The people of Ivernjoll have long lived off the abundant fishing in its cold waters, combined with the collection of the varied and delicious berries from the winter bushes of their lands. The Ivernians are a nomadic people and have multiple settlements throughout their territory, where they rotate their stay throughout the year. This austere way of living is the result of the constant and violent incursions of their neighboring giants of Gholland, who in the past exercised violent vassalage, which consisted of the demand for exorbitant tributes and subsequent retaliation for non-compliance.

The austerity of the nomadic life was embraced by the Ivernians in their training as warriors, who count among their people the fearsome Borengard, nudist warriors who instill fear in their enemies with their elaborate war paints and the skins of ferocious beasts they carry. as the only outfit in battle. To earn the title of Borengard, an aspirant must have completed arduous training, which will culminate once she has survived in complete nudity and armed with only a spear on the summit of Mount Borenjell. Once a year has passed, she will appear in the night sky. an aurora borealis, which is the divine sign that will grant the warrior the approval to return to her own, to finally have become a Boreal Guard, although this is only the beginning of her path as a warrior.

A Borengard has the ability to perform various roles within her society, as a peasant, gatherer and fisherwoman, and also as protector of her tribe, being able to specialize in combat with a spear, javelin, sword or battle axe, and can also perform with multiple mounts such as the terrible Grendelkargs that they usually use alone or adapted for battle chariots, or venturing to the rock islands of the northern sea to tame the dangerous Galindors, monstrous sea birds that later will be used as a means to secure and monitor their domains, or in battle, throwing stones from above or letting a deadly rain of arrows fall on their enemies.

A remarkable custom of the Ivernias is to paint their bodies with sacred symbols before battle. To do so, they use a sky-blue paint, obtained from a mixture of shells of small mollusks, as well as certain berries and other viscous liquids. This tradition is born from the myth of Svlanyar, the warrior goddess who had to cover herself with the blood of the great celestial serpent, Jorvamund to heal her wounds after having killed the beast and whose marks appeared every time she went into battle, providing her protection.

Despite their lifestyle, it should not be thought that the Ivernians are purely savages, since their warrior spirit pushes them to find strength in craftsmanship, thus achieving great mastery of blacksmithing and the craft of tanning skins, in addition to the production of pigments, proof of these gifts being the effigies, monuments and decorations on their weapons, helmets and shields. But perhaps their greatest achievement is the development of fast ships with which they were able to establish contact with their neighbors to the south, establishing commercial ties and multiple alliances, in addition to providing their services as paid mercenaries, since their military discipline can overturn the balance of the battle in his favor. It has been a long time since the Ivernians freed themselves from the yoke of the Gholland Giants, however, they have never considered changing their nomadic style, since in their austerity, they found the strength to go beyond their limits, in this way, these are the people of Ivernjoll.

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Las gentes de Ivernjoll han vivido ya largo tiempo de la abundante pesca de sus frías aguas, aunado a la recolección de las variadas y ricas bayas de los arbustos invernales de sus tierras. Las Ivernias son un pueblo nómada y cuentan con múltiples asentamientos dispuestos a lo largo de su territorio, en los que rotan su estadía a lo largo del año. Esta austera forma de vivir es resultado de las constantes y violentas incursiones de sus vecinas gigantes de Gholland ejercían en el pasado un violento vasallaje, que consistía en la demanda de tributos exorbitantes y las subsecuentes represalias por su incumplimiento.

La austeridad de la vida nómada fue abrazada por las Ivernias en su formación como guerreras, que cuentan entre sus gentes a las temibles Borengard, guerreras nudistas que infunden el miedo a sus enemigos con sus elaboradas pinturas de guerra y las pieles de feroces bestias que portan como único atuendo en batalla. Para ganar el título de Borengard, una aspirante debe haber completado un arduo entrenamiento, que culminara una vez haya sobrevivido en completa desnudez y armada con solo una lanza en la cima del monte Borenjell, una vez haya transcurrido un año, en el cielo nocturno aparecerá una aurora boreal, que es la señal divina que le otorgara el beneplácito a la guerrera para volver con los suyos, para finalmente haberse convertido en una Guardia Boreal, aunque esto solo es el inicio en su camino como guerrera.

Una Borengard tiene aptitud para ejercer varios roles dentro de su sociedad, como campesina, recolectora y pescadora, y también como protectora de su tribu, pudiéndose especializar en el combate con lanza, con jabalina, espada o hacha de batalla, pudiendo desempeñarse igualmente con múltiples monturas como los terribles Grendelkargs que suelen usar en solitario o adaptados para carros de batalla, o aventurándose a las islas peñasco del mar norteño para domar a los peligrosos Galindors, monstruosas aves marinas que más adelante serán empleadas como medio para asegurar y vigilar sus dominios, o en batalla, lanzando piedras desde las alturas o dejando caer una mortal lluvia de saetas sobre sus enemigos.

Una costumbre remarcable de las Ivernias, es la de pintarse el cuerpo con símbolos sagrados antes de la batalla, para ello usan una pintura azul celeste, obtenida de una mezcla de conchas de pequeños moluscos, además de ciertas bayas y otros líquidos viscosos. Esta tradición nace del mito de Svlanyar, la diosa guerrera quien hubo de cubrirse de la sangre de la gran serpiente celestial, Jorvamund para sanar sus heridas después de haber matado a la bestia y cuyas marcas aparecían cada vez que entraba en batalla brindándole protección.

A pesar de su estilo de vida, no debe pensarse que las Ivernias son netamente salvajes, pues su espíritu guerrero les empuja a encontrar temple en la artesanía, logrando asi gran dominio de la herrería y el oficio de curtir pieles, además de la elaboración de pigmentos, siendo prueba de estos dones las efigies, monumentos y adornos en sus armas, cascos y escudos. Pero quizás, su mayor logro sea la elaboración de barcos rápidos con los que pudieron establecer contacto con sus vecinas del sur, estableciendo lazos comerciales y múltiples alianzas, además de prestar sus servicios como mercenarias a sueldo, pues su disciplina castrense puede volcar el balance de la batalla en su favor. Hace ya mucho tiempo que las Ivernias se liberaron del yugo de las Gigantes de Gholland, sin embargo, nunca han considerado cambiar su estilo nómada, puesto que, en su austeridad, encontraron la fuerza para ir más allá de sus límites, de esa manera, son las gentes de Ivernjoll.

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