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LA NIÑA DE LAS MULETAS.

Se despertó en un hospital a media noche, confusa, llevaba puesto uno de esos estúpidos camisones abiertos por la parte trasera con los que se te ve todo, mientras se preguntaba que narices hacía allí, intentó llamar a alguien para que se lo explicase, para que le diese un poco de contexto a la situación, pero nadie contestó, estaba claro que allí no había ni un alma, ni un solo médico, enfermera, celador… NADA, NADIE, así que decidió levantarse para investigar el lugar. Salió de su habitación, se adentró en el pasillo, encendió sus luces, que no paraban de parpadear, y procedió a caminar a través de el, mientras gritaba buscando algún alma caritativa que pudiese ayudarla a orientarse. En ese momento, notó que algo la estaba observando desde la distancia, y que fuese lo que fuese ese algo, no estaba allí para ayudarla. De repente, escuchó un ruido detrás de ella tac tac, tac tac decidió girarse para inspeccionar el lugar e intentar averiguar que era ese sonido, de donde venía, pero no encontró nada, por lo que siguió caminando por ese angosto pasillo. Poco después, volvió a escuchar ese extraño ruido tac tac, tac tac esta vez más cerca, esta vez más intenso, se detuvo para buscar el origen del ruido, NADA. Aceleró su paso, estaba convencida de que tenía que encontrar a alguien si o si en ese hospital, no podía ser que estuviese completamente sola, es imposible, se decía a si misma, mientras gritaba desesperada buscando un mínimo de ayuda. NADA. Le estaba constando hacerse a la idea de que puede, aunque solo fuese por una remota posibilidad, que se hallase en un hospital abandonado. Mientras pensaba en como salir de allí, volvió a escuchar ese escalofriante sonido tac tac, tac tac más cerca que antes, más fuerte que la vez anterior. Se paró en seco y exploró el lugar, miró hacia atrás y vio una sombra negra, más negra que la propia oscuridad, al fondo del pasillo. Corrió, corrió como nunca había corrido, más rápido de lo que pensaba que podría correr, hasta que vio un ascensor, se detuvo, le dio a todos los botones que encontró, este se abrió y se metió dentro. Asustada, volvió a apretar todos los botones del aparato, pensando en sobrevivir, en escapar de aquel horrible lugar. Pero el ascensor no funcionaba, no se movía del sitio, y el ruido volvió a sonar, tac tac, tac tac. Estaba desesperada, pero sabía que si se quedaba quieta esa cosa la mataría, por lo que huyó corriendo del ascensor en busca de unas escaleras. Encontró la puerta que daba acceso a estas, pero estaba cerrada con un candado, intentó romper el candado con uñas y dientes pero no fue capaz. Entonces escuchó otra vez ese espeluznante sonido tac tac, tac tac sintió que ese horrendo ser estaba cerca, se dio la vuelta y vio a lo lejos algo que solo podía describir como una especie de niña fantasmal en camisón cubierta de sangre con dos muletas, a la que parecía que le faltaban ambas piernas. La niña se movía con una velocidad pasmosa para ser alguien que carecía de ambas extremidades, produciendo a cada paso un sonido característico tac tac, tac tac por las muletas desplazándose en el suelo. En ese instante supo que no tenía opciones de ganar, su destino estaba escrito, o la mataba ese ser espectral de aspecto infantil o la mataba la caída al tirarse por la ventana. Decidió probar con la segunda opción, no iba a dejar que esa grotesca criatura le pusiese las manos encima, así que se dirigió hacia la ventana más cercana para precipitarse por ella, en realidad no sabía en que planta del hospital se encontraba, por lo que, en lo más profundo de su ser, albergaba la esperanza de que la caída no fuese mortal.

Se despertó otra vez en el hospital, sobresaltada y confusa, pero esta vez no estaba sola sino rodeada por su familia y amigos, les preguntó a estos que había pasado, que hacía allí, a lo que su madre le respondió que había tenido un accidente de tráfico volviendo del trabajo, y que había pasado un tiempo en coma a causa de un traumatismo craneoencefálico. Entonces sintió que algo no iba bien, que le faltaba algo, así que empezó a palparse todo el cuerpo hasta llegar a sus piernas, algo fallaba. Apartó la manta bruscamente y observó que le habían amputado ambas piernas, por lo que dirigió la vista a su madre y le preguntó tremendamente asustada que había pasado, a lo que esta contestó que en la colisión sus piernas quedaron atrapadas en su coche y que los médicos no pudieron salvarlas. En ese momento, la pesadilla que había tenido empezó a cobrar sentido, quizá era su subconsciente intentando advertirle de lo que le había pasado, pero, ¿por qué lo había hecho a través de una niña fantasmal y de una pesadilla tan horrible?.

Comments

Matías

¡Por fin un relato! :) Me ha gustado el relato, pero qué angustia :-o. ¿Basado en una historia / pesadilla real?