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Gracias al trabajo de @guillerikko, este texto tiene opción de "audiolibro".

Me gusta revisar El Señor de los Anillos o Star Wars. No es sólo que sean grandísimas sagas, trilogías o como quieras llamarlo; contemplarlas significa contemplar la génesis de una nueva forma de hacer cine de género. Star Wars hizo que la ciencia ficción fuese entretenida y accesible, mainstream, lejos de los cánones de serie B y aventura pulp de Flash Gordon y compañía, mientras que El Señor de los Anillos de Peter Jackson abrió la posibilidad del cine de fantasía como obra de prestigio. El Retorno del Reyse llevó 11 Óscars y las anteriores recibieron otras tantas nominaciones importantes. Sus imaginarios cambiaron la idea colectiva de cómo puede ser una nave espacial, qué es un orco, cómo suenan los elfos. Puedes caminar por Darnassus y escuchar ecos de los cánticos de Rivendell.

Dunees un nuevo paradigma.

En realidad, siempre lo ha sido; la novela de Frank Herbert lleva siendo influyente e importante desde hace ya no sé cuántas décadas. La adaptación de David Lynch es, como mínimo, una obra de culto y la obra fallida de Jodorowsky, un mito que le sobrevivirá a él y a todos nosotros. No necesita nada para ser importante, pero aun así el mundo de Villeneuve es una nueva posibilidad. “Así que la ciencia ficción también puede ser esto”. Y no nos confundamos, la ciencia ficción ha evolucionado, y mucho, y seguramente habrá alguien con una copia de Las estrellas son legión o El problema de los tres cuerpos queriendo desnucarme de un buen golpe por ignorante, pero yo hablo de estética. Hablo de cine. Hablo de que, cuando alguien piensa en una nave espacial, ahora puede pensar en Dune.

Achacar este triunfo sólo a Denis Villeneuve sería injusto. El diseño de producción de Patrice Vermette es, y no hay otra manera de ponerlo, acojonante. Las prendas de Bob Morgan y Jacqueline West nos transportan a otro universo y otros estándares, unos de rostros ocultos bajo telas y cristales, de trajes cuyas formas se fusionan con la piedra del desierto. Hans Zimmer también hace un gran trabajo, pero es Hans Zimmer, lo hace siempre. El mérito de Villeneuve es cómo agarra todo este despliegue y lo pone en primera línea. Dune se ve en una sala de cine. No digo esto porque venga ahora con puritanismos nolanianos de cómo y cuándo hay que ver las cosas: si, dentro de un año, decides ver Dune en tu móvil, espero que lo goces. Pero esta película está hecha para verse en la sala más oscura y con la pantalla más grande que puedas encontrar. Es una cinta plástica, estética, que entra por los sentidos y constantemente fascina con nuevas visiones de un universo que se enorgullece de ser contemplado, de cómo suenan los escudos, de la manera en que no hay puertas correderas sino que deben ser abiertas por guardias.

Mirad, que es la polla con cebolla, ya no sé cómo decirlo.

Dune también es una película lenta. Dura dos horas y media y sólo adapta la primera mitad del libro, y lo entiendo. Son como 700 páginas de novela. Aquí no vengo a hablar de fidelidad, porque los códigos de la literatura y el cine son distintos y El Señor de los Anillos no perdió nada arrancando la aparición de Tom Bombadil. Ganó ritmo. Pero esta primera parte de lo que, espero, serán sólo dos, no es más que una introducción a su universo y personajes, y al principio es todo genial porque estamos en este proceso de descubrimiento, absorbiendo imágenes, asimilando nuevos sonidos. Luego llega el detonante y la película frena. En la novela estos son los eventos, sí, pero si tu punto medio es la gran batalla y terminas una hora después con una pelea cuerpo a cuerpo donde tu protagonista nunca está en peligro, entiéndeme si no me estoy mordiendo las uñas de puro nervio.

Me sorprende, y digo esto en el mejor de los sentidos, que hayan dejado que Villeneuve dirija esta película. En general me sorprende que le dejen hacer tanto a Villeneuvey que, encima, le funcione. Blade Runner 2049 no hace ninguna concesión y es incluso más lenta y meditativa que su predecesora. Villeneuve hace lo que le da la gana. Y OK, Tarantino también hace lo que le da la gana. Christopher Nolan desde luego que también lo hace. Pero a Villeneuve le confían no sólo superproducciones, sino superproducciones que continúan o adaptan algunas de las licencias más conocidas de su género, y en la era de los universos cinematográficos y Marvel, porque sí, soy de esos, se agradece que den tanta libertad para hacer una película que se tome su tiempo.

El problema es que luego se lo toma.

Aún sigo mirando atrás y me da vueltas la cabeza cuando pienso lo increíble que es que esta película exista. Quiero más, y aunque acabo de escribir lo ya escrito, que esta cinta hay que verla en el cine, me pregunto por qué no es una serie, porque eso desde luego que le favorecería. Villeneuve nunca se ha interesado por la acción: en Sicario dirige desde la distancia, de manera prosaica, y la película cierra con un tiroteo en la oscuridad grabado con luz natural. Hablando en plata, no se ve una mierda, y esa es precisamente la intención. Peter Jackson también tenía sus formalismos y adoraba hacer el paria, pero cuando llegó la hora con El Señor de los Anillos, supo plantear sus batallas y presentar, a la vez, el caos de cien espadas chocando y la precisión de quién está dónde, quién mata a quién, cómo fluye la acción. Villeneuve permite que los escudos en Dune distorsionen la realidad y hagan ruido cada vez que los tocan, pero cuando toca una pelea multitudinaria, no se ve nada. Unos agitan espadas y otros mueren. Sé para qué sirven los escudos, pero viendo estas imágenes, no sé para qué sirven si luego mueren igual. Siendo como es, que a partir del ecuador, Dune se apoya mucho más en las espadas y la gente muriendo, uno esperaría que al menos esas peleas estuvieran dirigidas con elegancia. Pero no. Están los escudos. Chocan los filos, la imagen se distorsiona, ahora eres un cadáver. Siguiente. Entre eso y que la segunda mitad se alarga hasta el infinito para llegar donde tiene que llegar, tenemos un problema.

Pero seguramente ese problema sólo existe ahora, mientras esta película sea sólo la introducción a algo más grande. Pasará el tiempo, saldrá la segunda parte y entonces todo tendrá sentido; seguramente Dune se cimente como una de las grandes películas de ciencia ficción, si es que no lo ha hecho ya. La promesa y los detalles ya están ahí, y desde luego Villeneuve quiere aprovechar la oportunidad que le han dado al adaptar este material. Se nota el esfuerzo en cada imagen, la fascinación. “Mirad. Es increíble.” Y funciona. Por ahora es la película que más ha recaudado en España en todo lo que llevamos de año, y a pesar de todo lo que arriesga, sigue gustando a muchísima gente que espera la segunda parte. Eso es todo un triunfo.

Pero no puedo evitar pensar que La Comunidad del Anillo funciona en sí misma. Kill Bill funciona sin necesidad de su segunda parte, puedes ver Rony/Lily, un episodio de la segunda temporada de Barry, sin saber poco más que la premisa y, aun así, es brutal. Estamos acostumbrados a que los videojuegos lleguen ahora en acceso anticipado y se construyan sobre la marcha, pero de la misma manera que Dune trae esta atmósfera de grandeza, no deja de ser un work in progress. Todo llegará. Pero no tendría que hacer falta. Lo que hay es insuficiente. Pero cuando llegue, será magistral. O, al menos, eso espero.

Comments

Ratchet

El audio está mal en el minuto 1:15. Que da igual, no jode el análisis, pero por si a ti o al editor os interesa tener el error en cuenta.

Anonymous

Marabilla de reseña. Pienso que la pelicula se toma su tiempo queriendo llegar a un final que todavía no vamos a poder ver. Quizás la historia tal cuál se me queda corta o simple pero es que el mundo brilla con tanta intensidad que solo puedo pensar en más dunas, arena y sonidos guturales.