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En 1981 Gerald Potterton trajo a la gran pantalla la adaptación de varias historietas de la revista de ciencia ficción Heavy Metal; el film del mismo nombre es recordado por su estilo de animación, por la creatividad de sus mundos y porque da la casualidad de que en cada nueva historia una nueva mujer aparece para mostrar sus enormes pechos y ser follada por el hombre (o robot) de turno. Han pasado 38 años desde entonces, y en el año de nuestro señor dos miles y un diecinueve Love, Death + Robots mantiene aquellos mismos principios: su animación es prodigiosa, sus mundos llegan a resultar poderosamente atractivos y da la casualidad de que, si hay una mujer, nueve veces de diez va a acabar en cueros. La novedad es que no siempre es para que alguien se la trisque; a veces simplemente la destripan.

No sabía nada de esta recolección de dieciocho cortometrajes de animación, tanto digital como tradicional, hasta ayer por la tarde, y en la era que vivimos de modas diarias, semanales o memes hechos para durar una tarde me cuesta pensar si recordaremos nada de esto dentro de un mes. Por lo pronto sólo los más dedicados saldrán sabiendo quién ha dado a luz a cada una de estas obras: el formato de Netflix está hecho para pasar los opening automáticamente, lo cual se agradece cuando estás viendo anime o series cuyas introducciones comienzan siendo pegadizas hasta que te hartas de escuchar la misma cantinela por quincuagésima vez, pero a pesar de que es la propia plataforma la que ha financiado esta serie de cortometrajes, nadie parece haber pensado que, según la reproducción automática, los capítulos empiezan después de los créditos iniciales y cambian antes de que los créditos finales te digan quién es quién. No habría costado mucho poner un “por X” al final del título sobre todo teniendo en cuenta que algunos curiosos, como yo, entraremos aquí preguntándonos si David Fincher ha dirigido un capítulo y cuál es (la respuesta es “no”). Gracias a mi compañero Pablo “Caith Sith” González sé, por ejemplo, que el director de The Witness es el mismo Alberto Mielgo que dio su aspecto a Spiderman: Un Nuevo Universo; es la publicidad perfecta para promocionar la serie, pero ni siquiera el propio capítulo reconoce su nombre si haces el previsible binge watching que su estilo corto, de no más de 20 minutos por bocado, propone.

La tragedia va a más cuando uno considera que muchas de estas propuestas visuales llegan en el momento ideal, justo después de que la estética de Mielgo haya dado un golpe sobre la mesa del mundo de la animación, y que abren las puertas a un posible futuro donde no todo siga el ritmo de Pixar o Illumination Studios. Más aún llama la atención el que algunos de estos cortometrajes alcancen un nivel de hiperrealismo con el que la ambiciosa Beowulf en 2007 apenas podía soñar. Hoy los videojuegos se comen con patatas lo que entonces necesitó un ejército de ordenadores para existir y Love, Death + Robots hila universos tan reales que casi puedes tocarlos como si fuera fácil. Como despliegue técnico merece un aplauso, y como artístico otro más; la animación en 3D es algo que tiende a darse por sentado. Son demasiados años dividido en dos escuelas, que o bien todo esto sirve para crear efectos especiales hiperrealistas o vamos a la caricatura, pero a un tipo de caricatura muy concreto. Aquí el cel-shading, la textura de los colores pastel o una estética de muñecos de plástico se alternan como si fuese lo más normal del mundo, inspirando a nuestra imaginación de cuántas posibles historias con looks únicos nos estamos perdiendo.

Y soy estricto hablando de “nuestra imaginación”, porque las virtudes de Love, Death + Robots escasean más allá de su imagen.

Las más de las veces, y aquí quizá me deje llevar por la deformación profesional, pero también hay que ver cómo se notan las influencias, los cortometrajes parecen trailers de algún futuro AAA que jamás veremos y, la verdad, tampoco perderemos nada por el camino: otra historia de lucha sobrenatural en la Segunda Guerra Mundial, un grupo de mercenarios que descubre junto a un científico la ancestral y prohibida residencia de Drácula o el asalto a un tren a manos de cyborgs que parecen salidos de la mesa de dibujo de Borderlands apuntan no sólo al videojuego sino a su versión más pocha y esperable, el “matamuch” del que se quejaba Forges pero en el que tantas veces hemos caído. Hay un episodio concreto, Trajes, que parece estar hecho para vender algún videojuego con modo horda o, incluso, la premisa para un futurible DLC de Into the Breach. En ocasiones atisba a algo cómico con su giro final, como en Tres Robots, o propone historias donde ciertamente es mejor no definir y sólo soñar para que lo imposible llene los huecos de nuestra inquietud, como ocurre en Más Allá de Aquila, pero por el camino suele renquear y caminar por lugares ya transitados y sin añadir mucho a la conversación. Y por supuesto, incluso cuando una mujer aparece protagonizando un cortometraje, como en el susodicho La Testigo, la brillantez de su propuesta estética o incluso el atractivo de su trama se parten en dos con la adición de una desnudez que no aporta absolutamente nada. “Wanna see some PUSSY?”, pregunta un personaje, y me inclino a pensar que aquella escena totalmente (in)necesaria del reino del BDSM está incluida para grabar en la cabeza de los adolescentes la idea “qué gamberro soy”. Y se ven tanto penes como chochos, que sí, pero uno no deja de preguntarse si estos cortometrajes se han escrito para un público moderno o para el mismo que creció con Heavy Metal hace 38 años.

El que esto suponga una ruptura con la obra o no dependerá de cada persona: la gracia aquí, en Animatrix, en Animación experimental de Osamu Tezuka, en Batman: Gotham Knight suele ser dejarse llevar por la estética y la inmediatez de la premisa, meterse el bombón en la boca, degustarlo y luego pasar al siguiente. Nadie ha llegado a este lugar por Devorador de Almas o La Ventaja de Sonnie; lo que queremos es Love, Death + Robots, y adelante. Estoy seguro de que inspirará a muchos de sus espectadores. Quizá alguien descubra viendo una de estas historietas que lo suyo es la animación y no sabía que podía dar tanto de sí. Enhorabuena. Es un descubrimiento hermoso el de la vocación, y desde luego resulta loable que Netflix haya no sólo producido esta salvajada sino que la haya querido poner casi de frente para que todos la vean. Vivimos tiempos curiosos para lo geek y atreverse con esta serie de cortometrajes, que parecen dar luz verde a absolutamente lo que sea, merece un respeto. Pero habría sido hermoso que la energía que impulsa estas imágenes también hubiera dado a luz historias maduras y de corte más moderno. Quizá la próxima vez la tecnología del siglo XXI se verá acompañada de guiones para el siglo XXI.

Comments

Anonymous

Muy a tope con estas reviews en formato texto. Así la espera entre vídeo y vídeo se hace más corta.

Anonymous

"The witness" es sencillamente una maravilla animada, un orgasmo visual, y conforme a ello aparecen desnudos con el mismo sentido que en esa ciudad de edificios de viviendas colosales no haya personas en la calle... Porque les queda estupendamente y ya está, o por hacer sentir al espectador la vulnerabilidad, la soledad, la deshumanización, la indiferencia del mundo ante una persona que tiene miedo, que lo está pasando mal, por poner un par de ejemplos rápidos. Luego es curioso que te gustase tanto algo como Doom, y a la vez le estés exigiendo a "Trajes" un guión del siglo XXI. Con lecturas como esta siento un leve desconcierto por la variabilidad de la altura de tu listón.

Anonymous

Fuck, realmente quería el vídeo de este pero bueno.... Lo tomaré cómo una base para quizá algún día tener este video....