Rubi's perfect Christmas | Las navidades perfectas de Rubi [Rubi] [Pin] [Navidad] (Patreon)

Pin had put away all the training tools just in time for the rest of the brothers to come in and start setting up the first decorations and environments of the maze. After barely dodging a couple of metal fences, a huge tree hit him in the face throwing him to the ground and knocking him completely unconscious. When he was helped to his feet, it was someone else who was in charge...

Rarely did Rubi have the opportunity to take over the boy's body with such discretion. It was only a matter of time before they noticed, but for the moment no one had seemed to suspect his bad manners, nor his sarcastic smiles. He had thought to escape for as long as he could, leaving a trail of chaos behind him so large that it would take the Blood Brothers years to clean it up. Especially after having imprisoned him in that squalid little rube. But, realising that everyone was too preoccupied with their own business to notice the situation, he thought he'd make it a little more interesting... What if he opted for something more subtle for once?

Although the church did not celebrate Christmas, but Yule, everyone there called it this way out of pure custom. They had set up altars, prepared decorations, bought gifts and cooked some specialities. For some it was seen as a festival of unity and thanksgiving, but nothing could be further from the truth. Animals were sacrificed, fallen deities were sung to, and there were tests of courage and skill to test the novices. Especially the younger ones. For Rubi, the children's crying looked most invigorating.

The last time he thought of doing something similar he was caught and thrown in a cell, but even now he had no regrets. The difference is that this time he was determined to sign and own every act of vandalism. The first thing that occurred to him was to sneak into the kitchens, fake his best face of clumsy cordiality and, as soon as the supervisors stopped looking, sneak a jar of pepper in the mixers or alcohol in the children's fruit salad punch. Anything that would destroy the flavour or make a mess. The bottle of laxative in the pudding seemed like his best work.

When he had finished sowing chaos that could not be seen until many hours later, he thought he should sabotage the tests of courage. Not only to make them more dangerous than usual, but to ensure that the prizes were as terrible as possible. The dungeons contained all manner of weapons and instruments of torture, and most of the rooms were unsupervised. He brought out some rusty old bear traps, hoping that some reckless brat would lose a leg. He also filled the trap-pits with wooden stakes and covered all the exits of the labyrinth with thorns.

As for the prizes... He opened the gifts from the tests of courage. The vast majority of them were of no interest, the odd beginner's knife or decoration... There was no silver, no gold and even less drugs or really dangerous weapons. After disposing of the trinkets, he left inside the boxes a much more personal and, above all, smelly gift.

Having managed to sabotage two of Yule's favourite activities without anyone even noticing him, he thought it was time to take a little more risk. He released the goats that were destined for the midnight sacrifices and left discreetly so that no one could connect him to the incident. He heard the abbess's scream from afar many hours later. When the animals had invaded much of the church including the catacombs. They had taken to devouring everything they could find and urinating and defecating in every corner.

He didn't have much time left, so he would spend his last bullet on a classic, especially for the demons of anger.

"You pathetic demon!" the abbess bellowed from across the room. Rubi lit the lighter just in time for a band of velvety cloth to ignite and sweep halfway across the room in a couple of seconds. The room filled with smoke, smoke that didn't slow the woman down.

"I regret nothing, witch! " a loud laugh was heard before the room fell silent again. A single blow was all it took for the abbess to knock the demon down and send him into a soporific sleep.

It was Yule's worst celebration, especially for Pin. Everyone accused him of ruining the festivities by not being attentive enough. Even several days later, some of the damage his companion had caused was found. Nova spent three days in the bathroom and a novice almost lost an eye. But inside the boy's head, Rubi hadn't had as good a time as he had that day.

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Pin había guardado todos los utensilios de entrenamiento justo a tiempo para que el resto de hermanos entraran para empezar a colocar las primeras decoraciones y los entornos del laberinto. Después de esquivar a duras penas un par de vallas metálicas, un enorme árbol le golpeó en la cara tirándole al suelo y dejándole completamente inconsciente. Cuando le ayudaron a ponerse en pie, quién estaba al mando era otra persona…

En pocas ocasiones, Rubi tenía la oportunidad de apoderarse del cuerpo del muchacho con esa discreción. Era cuestión de tiempo que se dieran cuenta, pero por el momento nadie había parecido sospechar de sus malos modos, ni sus sonrisas sarcásticas. Había pensado en huir durante el tiempo que pudiese, dejando una estela de caos tras de sí tan grande que obligase a los Hermanos de Sangre a estar años limpiándola. Qué menos después de haberle aprisionado en aquel patán y escuálido chavalín. Pero, al darse cuenta de que todo el mundo estaba tan preocupado mirándose su propio ombligo cómo para percatarse de la situación, pensó en hacerlo un poco más interesante… ¿Qué tal si por una vez optaba por algo más sutil?

Aunque en la Iglesia no se celebraba la navidad, sino Yule, todos allí la llamaban así por pura costumbre. Habían montado altares, preparado decoraciones, comprado regalos y cocinado algunas especialidades. Para algunos se veía como una fiesta de unidad y agradecimiento, pero nada más lejos de la realidad. Se sacrificaban animales, se cantaban a las deidades caídas y había pruebas de valor y destreza para poner a prueba a los novicios. Especialmente a los más pequeños. Para Rubi el llanto infantil se veía de lo más vigorizante.

La última vez que pensó en hacer algo parecido acabaron atrapándolo y metiéndole en una celda, pero, ni siquiera ahora se arrepentía de ello. La diferencia es que en aquella ocasión tuvo la determinación de firmar y apropiarse de cada acto de vandalismo. Lo primero que se le ocurrió fue colarse en las cocinas, fingir su mejor cara de cordialidad torpe y en cuanto los supervisores dejaban de mirar, colaba en las mezclas un bote de pimienta o alcohol en el ponche de macedonia de los niños. Cualquier cosa que fuese a destrozar el sabor o pudiese crear un buen desastre. El bote de laxante  en el pudding le pareció su mejor obra.

Cuando terminó de sembrar un caos que no se podría ver hasta muchas horas después, pensó en qué debía sabotear las pruebas de valor. No solo para hacerlas más peligrosas de lo normal, sino para asegurarse de que los premios fuesen lo más terribles posibles. En las mazmorras había toda clase de armas e instrumentos de tortura y la mayor parte de las salas se encontraban sin supervisión. Sacó algunos viejos cepos oxidados para osos, esperando que algún mocoso imprudente se quedase sin una pierna. También llenó los fosos-trampas con estacas de maderas y cubrió de espinos todas las salidas del laberinto.

En cuanto a los premios… Abrió los regalos de las pruebas de valor. En su gran mayoría no tenían ningún interés, algún cuchillo de principiante o alguna condecoración… No había plata, ni oro y mucho menos, drogas o armas realmente peligrosas. Después de deshacerse de las baratijas, dejó dentro de las cajas un regalo mucho más personal y, sobre todo, apestoso.

Después de haber conseguido sabotear dos de las actividades favoritas de Yule, sin que nadie se fijase siquiera en él, pensó que era momento de arriesgarse un poco más. Soltó a las cabras que estaban destinadas a los sacrificios de medianoche y se marchó discretamente para que nadie pudiese relacionarlo con el incidente. Oyó el grito de la abadesa desde lejos muchas horas después. Cuando los animales habían invadido gran parte de la Iglesia incluyendo las catacumbas. Se habían dedicado a devorar todo lo que habían encontrado y a orinar y defecar en cada esquina.

No le quedaba mucho tiempo, así que gastaría su último cartucho en un clásico, sobre todo, para los demonios de la ira.

—¡Tú! ¡Demonio patético!— Bramó la abadesa desde la otra esquina de la estancia. Rubi encendió el mechero justo a tiempo para que una banda de tela aterciopelada se prendiera y recorriera media habitación en un par de segundos. La sala se llenó de humo, un humo que no frenó a la mujer.

—¡No me arrepiento de nada, bruja!— Una sonora carcajada se escuchó antes de que la sala se volviese otra vez silenciosa. A la abadesa le bastó un solo golpe para derribar al demonio y hacerle caer en un soporífero sueño.

Fue la peor celebración de Yule, sobre todo, para Pin. Todos le acusaban de haber arruinado las fiestas por no estar lo suficientemente atento. Aún varios días después se encontraron parte de los destrozos que su compañero había ocasionado. Nova se pasó tres días en el baño y una novicia casi pierde un ojo. Pero dentro de la cabeza del muchacho, Rubi no había disfrutado tanto como aquella vez.