Lore: St. Gabriel city (part 1) (Patreon)

St. Gabriel is a city by and for the rich, built in anticipation of the possible cataclysms of the new age and became a little Eden for anyone who could afford it. Over time, the city has expanded and its social status has fluctuated. It's a technological centre and cultivates cultural activities and a social agenda. Many people travel from the suburbs or the Base to work every day. Still, there will be no one who will say that St. Gabriel isn't a clean, safe and secure city that they would surely want to live in if they could.

The only real problem with St. Gabriel's is that it's unsustainable. A utopia based on selfishness and power. The most toxic river on the planet emerges from the very heart of the city, leaving a green scar in the middle of the desert. Although it claims to be safe, it's the world's largest manufacturer of military and warfare technology and turns a blind eye to activities it condemns when they don't involve its territory. While private clubs proliferate like mushrooms, the labour force that tends them is often paid illegally and well below the established regulations.

If St. Gabriel is able to survive, it's because it exploits the gaps in the surrounding territories and thrives on the fantasy of power it symbolises. "Everyone wants to be a citizen of St. Gabriel, but not everyone can". This maxim, which its mayor proudly tries to wave around, is a fancy way of saying that citizenship costs an arm and a leg and that any unregulated immigration attempts will be punished with a heavy hand.

What not everyone knows is that part of St. Gabriel's survival has always depended on the supernatural. The angels settled here many centuries ago and have protected the territory from demonic erosion tooth and nail. What they've collected in the form of tithes, not always fair deals and freedom to preach their beliefs. St. Gabriel's has a mentality rooted in the past, in reclaiming a brighter age and lost values.

However, the real owners of the city are the big corporations, who manage their own interests and those of their partners in the shadows. St. Gabriel is a perfectly structured set-up where money moves under the table and where only those who were born with a silver spoon proliferate.

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St. Gabriel es una ciudad por y para los ricos, se construyó en previsión a los posibles cataclismos de la nueva era y se convirtió en un pequeño edén para todo aquel que pudiese permitírselo. Con el tiempo, la ciudad se ha expandido y sus escalafones sociales han fluctuado. Es un centro tecnológico y cultiva las actividades culturales y la agenda social. Muchas personas se trasladan desde las afueras o la Base para trabajar todos los días. Aún así, no habrá nadie que diga que St. Gabriel no es una ciudad limpia, segura y en la que, seguramente, desearían vivir de poder hacerlo.

El único verdadero problema de St. Gabriel es que es insostenible. Una utopía basada en el egoísmo y el poder. El río más tóxico del planeta emerge desde las propias entrañas de la ciudad, dejando una cicatriz verde en mitad del desierto. Aunque presume de ser segura, es el mayor fabricante de tecnología militar y bélica y hace la vista gorda con actividades que condena cuando no se trata de su territorio. Mientras los clubes privados proliferan como setas, la mano de obra que los atiende suele cobrar su sueldo de forma ilegal y muy por debajo de la regulación establecida.

Si St. Gabriel es capaz de subsistir es porque aprovecha las brechas de los territorios cercanos y se nutre de la fantasía de poder que simboliza. “Todos quieren ser ciudadanos de St. Gabriel, pero no todo el mundo puede”. Esta máxima, que trata de enarbolar orgullosamente su alcalde, es una forma elegante de decir que obtener la ciudadanía cuesta un ojo de la cara y que cualquier intento migratorio no regulado será castigado con mano dura.

Lo que no todo el mundo sabe, es que parte de la supervivencia de St. Gabriel ha dependido siempre de los sobrenaturales. Los ángeles se asentaron aquí hace ya muchos siglos y han protegido el territorio de la erosión demoníaca con uñas y dientes. Lo que se han cobrado en forma de diezmos, tratos no siempre justos y libertad para predicar sus creencias. St. Gabriel tiene una mentalidad anclada en el pasado, en recuperar una época más brillante y unos valores perdidos.

No obstante, los verdaderos dueños de la ciudad son las grandes corporaciones, quiénes manejan en las sombras sus propios intereses y las de sus socios. St. Gabriel es un decorado perfectamente estructurado donde el dinero se mueve por debajo de la mesa y donde solo proliferan los que ya nacieron con una cuchara de plata.