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Esta es una larga historia donde os contaré poco a poco como me convertí en una Maid sexual totalmente entregada. 

Te recomiendo comenzar a leer este relato por el principio (pulsa aquí para ir al primer capítulo).


CAPITULO 2

LA VISITA


Por alguna razón acepté la invitación de la dueña a ver la casa. Ahora que lo pienso con perspectiva soy consciente de que simplemente aquella situación me excitaba. Es cierto que también me daba miedo, pero el hecho de pensar que aquella era una mansión de la lujuria encendió mi libido.

Antes de contaros lo que vi allí dentro, creo que es el momento de describiros como era la dueña de aquella casa. 

Por si no lo habéis imaginado, esta mujer es LA MUJER. Es la mujer que me hace acabar siendo una perra, es la mujer que acaba transformándome en una maid sexual, es la mujer que me hace cambiar mi orientación sexual y es la mujer que sigue apareciendo en mis sueños.

Cuando me describí a mi misma en el capítulo 1 no dije nada de mi estatura. No lo pensé, quizás fuese porque considero que estoy en la estatura media habitual en las chicas de mi edad. Esta mujer sin embargo era casi una cabeza más pequeña que yo y ese rasgo era una de las cualidades más atractivas que tenía cuando las combinaba con su encanto y su carácter.

Ella era rubia y siempre llevaba una coleta o un moño. Tenía los ojos verdes y le gustaba tener los ojos pintados. Tenía una boca pequeñita y sus mejillas eran encantadoramente rosadas. Una vez me contó que se pintaba los ojos y se arreglaba porque la gente pensaba que se echaba colorete y acabó maquillándose porque lo hiciera o no, la gente siempre pensaba que iba maquillada.

Su figura era impresionante. Si, apenas tenía pechos, pero su culo era hipnótico. Tuve la suerte de tocarlo y verlo desnudo muchas veces y simplemente era el mejor culo que podáis imaginar. Sus pechos, aunque eran pequeños, eran encantadores. Ella jugaba muy bien sus cartas, casi nunca llevaba sujetador y solía llevar vestidos con un ligero escote superior a su talla, de tal forma que si eras un poco más alto que ella (algo que era muy probable) podías ver muy bien sus pechos e incluso (con un poco de suerte) sus pezones.

Toda esta descripción no sirve de nada si no os cuento el mejor de sus puntos fuertes. Su carácter.

Ella era la mezcla perfecta entre dulzura y una perfecta dominatrix. Tenía muchísimo carácter y en la cama no existe nadie con más dominante que ella. Estoy segura de que nadie podría domarla, si un hombre lo intentase ella sería capaz de pegarle (y hacerle mucho daño) con tal de saber que es ella quien tiene las riendas.

Era increíble ver ese carácter tan poderoso en un cuerpo tan adorable y pequeño, quizás por eso me excitaba tanto verla.

Así era ella, pero ahora os contaré como se describió a si misma mientras me llevaba al interior de su casa.

-Voy a explicarte un poco las reglas de esta casa. Yo soy la dueña y señora de esta mansión. Por motivos de herencia y negocios tengo muchísimo dinero y puedo permitirme la pequeña locura sexual que se vive aquí dentro.

Mientras me contaba todo esto, seguíamos andando por el jardín, como dirigiéndonos de nuevo a la entrada principal. Ella siguió hablando.

-Lo más importante para mi es que todos mis empleados estén aquí porque les gusta. Les pago mucho dinero a todos, pero puedo sentir y saber si a ellos les gusta estar aquí. Si siento que no están por placer, los despido. También les pago muy bien cuando los despido, el dinero no es un problema, yo solo quiero gente que quiera trabajar aquí.

Ella seguía hablando y el mayordomo que nos atendió antes nos abrió la puerta. Ambas entramos en aquella casa y la primera impresión fue muy correcta, no vi nada especialmente llamativo más allá de mucho lujo en cuadros, jarrones, etcétera. Ella seguía hablando.

-Cada empleado que ves aquí hace una tarea específica y la hace porque le gusta, ten eso muy presente. ¡Por cierto! Se me olvidaba. Toma esto.

Ella me dio una especie de colgante. Esa muy sencillo y colgaba de él un trozo blanco de plástico en forma de gota, del tamaño de una moneda de un euro más o menos. Era bastante feo la verdad.

-Si llevas esto mis empleados sabrán que tú estás aquí como invitada, es como una acreditación.

Yo seguía sin decir nada. Eso sí, mi corazón latía a mil por hora.

-Sígueme. 

Ella me llevó a una habitación. Pude observar que parecía un despacho bastante normal. Eso sí, dentro del despacho había una chica de mi edad con un vestido de Maid. He mirado por internet para que os hagáis una idea de cómo iba vestida.


Como podréis imaginar, con el tiempo yo también acabé poniéndome un traje como ese para trabajar allí.

Aquella chica parecía, al igual que el mayordomo, bastante alegre. Ella era bastante tetona, por lo que aunque el traje no parecía muy sexual, sus pechos quedaban bien marcados en aquella ropa. La dueña de la casa se sentó en el escritorio y dijo:

-Ya sabes.

Y sorprendentemente ella respondió:

-Si mi ama.

Aquella chica se acercó al otro lado del escritorio y se agachó para meterse debajo. 

-Esta chica trabaja aquí y una de sus tareas es chupar mi coño mientras yo trabajo con el ordenador.

No daba crédito a lo que estaba viendo. Ahora si estaba muy nerviosa. Sabía que entraba en una casa donde vería sexo pero… ¿una chica que le hacia un cunnilingus mientras ella trabajaba? ¿De verdad era esa una de sus tareas?

No podía creerlo pero vi en ese momento pude llegar a ver la cabeza de aquella chica entre sus piernas.

-Bajo la mesa hay algunos consoladores y vibradores, ella puede usarlos cuando quiera y a veces también le pido que los use conmigo. Saca un momento el consolador doble Cristina.

Entendí que aquella chica se llamaba Cristina. La dueña metió la mano por debajo de la mesa y me sacó un consolador de tamaño medio, rosa y parecía bastante flexible, pero su mayor peculiaridad es que era doble. Sabía que normalmente esos consoladores eran para lesbianas y con ese tipo de consoladores ambas pueden compartir una penetración. En este caso su uso era otro.

-Cuando usamos este consolador cristina se lo mete en la boca y yo en mi vagina y ella con su cabeza me masturba. Es maravilloso. 

Mi corazón latía con mucha fuerza al ver todo aquello.

-Cristina, voy a seguir enseñándole la casa a mi invitada, ahora vuelvo.

-Si mi ama.

La dueña se levantó y dejó a Cristina bajo la mesa. Todo aquello era tan bizarro que no daba crédito.

-Ahora voy a enseñarte la cocina.

Una parte de mi quería abandonar la casa, me sentía muy incómoda allí y aquello parecía perturbador, pero por dentro me excitaba ver cómo funcionaba aquella casa, era incluso un poco adictivo, por lo que me dejé llevar sin decir nada, con algo de miedo y adrenalina recorriendo mi cuerpo.

La acompañé a la cocina. Una vez más todo parecía normal. Era una cocina muy grande y dentro había un hombre cocinando. La verdad es que aquel señor estaba muy en forma y parecía muy alto y fuerte.

-Ha sido estupendo que vinieses hoy porque hay bastantes empleados y vas a poder ver bien cómo funciona la casa. Felipe, enséñale tu secreto.

-Si mi ama.

Aquel hombre se bajó y se quitó los pantalones. No llevaba calzoncillos pero eso no fue lo que me sorprendió. Su pene estaba atrapado en una especie de prisión metálica. He buscado una foto de como era.

Al ver aquello ella dijo.

-Dile porque llevas eso.

-Me gusta llevarlo y a mi ama le gusta que lo lleve.

Su pene no estaba duro pero imaginaba que si lo estuviese aquello debía ser doloroso e incomodo para él. No entendía como podía gustarle.

-Hay gente a la que le gusta estar sometida, él es uno de ellos. Es difícil encontrarlos pero sé que le gusta, por eso trabaja aquí. Voy a enseñarte ahora el salón.

Os seguiré contando cómo fue aquella inverosímil visita en el próximo capítulo 3. 

Podéis pulsar aquí para ir ya al capítulo 3. 

Comments

Anonymous

Por alguna razón.. me dolio mi.. cuando vi esa cosa xD