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Gracias al trabajo de @guillerikko, este texto tiene opción de "audiolibro".

Hace eones, antes de la gran caída, lo que viene siendo el coronavirus, estaba yo hablando con un amigo dev durante un evento. No recuerdo el motivo, pero terminamos llegando al tema de lo que yo veía como cobardía a la hora de comunicar: tantísimos videojuegos, principalmente los de Ubisoft, tratan evidentemente sobre temas políticos, sociales, sociopolíticos y etcétera, pero en el instante que abren la boca para decir nada a la prensa, lo que dicen es, bueno, nada. Que no. “Nuestro juego sobre un culto cristiano en la América profunda no tiene un mensaje”, “el nuevo Ghost Recon incluye la intervención militar estadounidense en un país latinoamericano y tienes potestad absoluta para pasarte la ley por el arco del triunfo, pero no es político para nada” y otras tantas perlas para añadir a este colgante. Mi amigo explicaba que poner la carga de todo un juego en los hombros de una sola persona es injusto; él ha estado en esa situación de querer hablar, y hablar muy bien, del juego tan maravilloso en el que está trabajando, pero a la hora de tratar la intencionalidad no es más que una persona dentro de un equipo inmenso. Se dedica a lo suyo y cada uno tiene una cierta perspectiva sobre qué hace este juego, hacia dónde va, cómo encaja en el puzle de la sociedad contemporánea.

Hace unos días se anunció Battlefield 2042. Hubo una entrevista. Dijeron que, a pesar de que el juego ocurre en medio de una catástrofe climática, no va de nada. Que es gameplay.

Vaya.

La reacción fue evidente: frustración, que si ya estamos otra vez con la cantinela, la prensa acordando por enésima vez que los juegos van de algo por mucho que las compañías intenten decir lo contrario. Pero tras esa primera reacción, convendría matizar. Ya que estamos aquí, podemos hacer más que constatar lo evidente.

Hablemos del por qué.

En su cuenta de Twitter, G. G. Lapresa hablabasobre cómo One Piece es una obra que, dentro de sus límites, entiende a la perfección el funcionamiento de una dictadura y trata sobre la rebelión contra un sistema opresivo. Mucha gente le ha dado la razón (yo mismo la estoy viendo y, hasta ahora, el tono está ahí), pero ha surgido una minoría vocal protestando sobre cómo le está dando muchas vueltas a un manga sobre un pirata con sombrero de paja que grita “galleta, galleta, metralleta”. La resistencia no sólo viene de la industria; hace años, en otro evento, cuando las cosas estaban en la mierda pero no tanto, me encontré con un seguidor que decía que por qué tenía que forzar el significado de todo lo que analizaba. La memoria quizá me juegue una mala pasada, pero el chaval llevaba la bandera de España a modo de capa y decía que sólo quería disfrutar de los videojuegos, que incluso sabiendo que pudieran ir de algo, prefería ignorarlo. Y lo entiendo. Es más, puedo hasta respetarlo.

Battlefieldno va de nada. En realidad sí, va de lo guais que son los ejércitos y mira qué chulas las armas, pero a nivel textual trata de cosas sencillas. Battlefield 3 va sobre soldados y lealtad. Battlefield Hardline va sobre policías haciendo su trabajo pase lo que pase. El subtexto y el poso ideológico de quien haya concebido estas historias existe, pero en sí mismos, estos juegos no van de más de lo que pueda ir Doctor Extraño. Existe para entretenerte y que, al terminar, puedas ir al modo multijugador sabiendo más o menos de qué va la pesca. Battlefield 2042 va de pegar tiros. La gente lo que quiere es entrar, disparar y ya si gano la partida, pues mira, eso que me llevo. Estoy convencido de que los desarrolladores lo creen firmemente, y defiendo la idea de que, cuando empezaron a trabajar, pensaron que meter un tornado sería un buen giro al gameplay. “OK, tenemos tornados y volcanes y capas de hielo que se rompen, ¿y por qué?”, “¡lo tengo! Calentamiento global”. Battlefield 2142 va sobre corporaciones luchando por el poco petróleo que queda porque, cuando salió, Mad Max ya nos había predispuesto a pensar que, en el futuro, lucharíamos por el poco petróleo remanente. Ahora se nos avecina una crisis de tres pares de cojones porque el planeta se va a ir a la mierda. Está ahí, incluso cuando no pensamos en ello.

Pero imagina pegar tiros dentro de un tornado.

Y ya está. No creo que el entrevistado fuera deshonesto igual que no creo que el chaval con la bandera de España quisiera censurarme. Simplemente entienden los textos como tal, como lo que ves. Es una perspectiva cómoda, porque así puedes consumir sin segundas lecturas. Yo adoro Radiohead desde que escuchara Optimisticpor casualidad en el distante 2007, pero la forma en que su música trataba la alienación en el mundo contemporáneo, los juegos de humo y espejos y malabarismos ideológicos de una sociedad disconforme pero adormecida, no estaban en mi cabeza. Es decir, que sí, que Hail to the Thief va de lo que va, pero sobre todo lo que quiero es la guitarra distorsionada y el falsetto. Cuando fui a verles en el BBK de 2012, Thom Yorke aprovechó la pausa entre canción y canción para apoyar las protestas civiles de aquél entonces. Me cortó el rollo; entonces era más conservador y frenar el concierto por eso me parecía una chorrada. Tuve que dar un paso atrás y decir “claro, es que su música va de esto, cómo van a quedarse callados”. Luego siguieron tocando.

El equipo de Battlefield 2042 concibió el cambio climático como un elemento de gameplay y nada más. Estoy seguro. Pero también estoy seguro de que, tras tomar la decisión, alguien dijo “¿pero no estamos metiéndonos en un lodazal?”, y aun así continuaron. “La intención es la que es, y lo demás son segundas lecturas.” Podría decir que hay cobardía en negar que Battlefield 2042 trate de algún modo la crisis climática, y en cierto sentido lo hay, pero también hay un tapón que retiene todo ese discurso. Si Battlefield 2042 va de algo, entonces cruzamos un umbral por el que no hay marcha atrás. De pronto, el juego admite que el cambio climático existe según unas ciertas condiciones, que seguirá estos ritmos, que llevará a esto. Jugarlo implica no sólo pegar tiros, sino pensar en la que se nos viene encima. Puedes hablar sobre cómo presenta esta crisis, si ofrece soluciones, si se resigna. Aparece toda un ala que recontextualiza el juego. Radiohead apoya los movimientos de protesta contra el Gobierno español, ¿me sigue gustando su música? Call of Dutyapoya de manera explícita el intervencionismo y su confianza ciega en el soldado para tomar decisiones por encima de la ley es rayana en el fascismo, ¿debería apoyar esta clase de juegos?

Escribo estas palabras en un ordenador cuyas piezas seguramente vienen de países bajo la línea de pobreza. La tecnología que me permite jugar a videojuegos es probable que la ensamblara alguien en Asia Oriental por un salario inhumano. Una buena parte de nuestra electrónica de consumo se fabrica en Foxconn, cuyas instalaciones son conocidas por sus suicidios y por las horribles condiciones de sus trabajadores. Me creería que haya llevado zapatillas cosidas por un niño. Sabemos que vivimos rodeados de sangre, que los Nuggets nacen de adorables pollitos que arrojan vivos a una trituradora y que ese helado de chocolate existe gracias a la explotación de las vacas. Pero el mundo ya está jodido como está. Tengo que pagar las facturas, hacer mi trabajo y no sufrir un ataque de ansiedad, déjame en paz. Si Battlefield 2042 va, y quiero decir que realmente va sobre el cambio climático y tiene algo que decir, si los juegos marca Tom Clancy son políticos, eso es más sangre. No real, pero sí ideológica. “Catherine: Full Body es sexista y tránsfobo”, “God of War pone la figura maternal un escalón por debajo de la paterna”.

Yo sólo quiero distraerme.

En Electronic Arts saben que Battlefield 2042 forma parte del zeitgeist en lo que se refiere al cambio climático. En DICE saben que, en el futuro, Battlefield 2042 formará parte de una tendencia ideológica en el mismo sentido que Call of Duty 4, Battlefield 3, Six Days in Fallujah y Full Spectrum Warrior son reflejos de las inquietudes nacidas de los conflictos en Oriente Medio. Pero Call of Duty 4 no va de Oriente Medio. No debe. Porque, si empezamos, no hay un marcador donde terminar, y entonces tendríamos que señalar a todos los videojuegos para decidir qué pasa con ellos. Ahora va a resultar que es cierto y PETA tenía razón con aquello de Pokémon y el abuso animal. La resistencia ante el videojuego como afirmación política no viene de la ignorancia. En el fondo, lo saben. Lo saben igual que yo sé que el paté se hace alimentando patos hasta que sus hígados revientan. Pero es que me gusta el puto paté, joder. Si lo digo, si lo sé, tengo que hacer algo al respecto o seré un hipócrita.

Al menos, esa parece ser la idea. No creo que esto sea así siempre. Puedes saber de qué va algo y, aun así, disfrutarlo. Yo guardo un recuerdo maravilloso de las horas trasnochadas jugando Modern Warfare con los amigos. Hay tantísimos juegos que glorifican la violencia y aquí estoy yo, gozándomelos. Es importante diferenciar el discurso del disfrute, pero para un segmento vocal, parecen irreconciliables. Si un juego es malo, lo es a todos los niveles. Si Battlefield 2042 va sobre el calentamiento global y yo no creo que sea para tanto, entonces estoy en conflicto con el juego mismo. Imagino que este es un tapón todavía por descorchar precisamente por ese miedo, que o todo o nada, y si decimos que esto es así entonces mañana DICE tiene que pagar veinte mil dólares por plantar árboles o alguna otra Buena AcciónTM. Mira, no.

Siempre he tenido miedo a las agujas. Todavía hoy, cuando voy a que me pinchen, tengo que entrar con los ojos cerrados y pido que no me digan cuándo me van a clavar la aguja; hace años, siendo yo un mocoso, me daba tanto pánico que forcejeaba con todo mi empeño hasta que algún enfermero me agarraba del brazo para que me estuviera quieto. En los días previos a una vacuna o un análisis, evitaba cualquier alusión a las agujas, pinchazos o inyecciones. Hacerlo lo hacía real, y si lo rechazaba, quizá mi madre se olvidase de que tenía que ir al médico. Quizá, mágicamente, no haría falta que me pincharan. Recuerdo odiar una viñeta de Mortadelo y Filemón donde aparecía una aguja gigante; verla era como echarme una maldición. “Ahora sí voy a tener que vacunarme, maldita sea.” Veo un sentimiento parecido aquí, que hablar sobre la ideología subyacente la hace real, y que hasta entonces podemos dormir en paz. Es triste, porque revela una comprensión superficial del subtexto, de las posibles discusiones que se pueden tener sobre una obra. Por eso el tapón tiene que estar ahí. Es mejor no hablar de si algo es político o no lo es; como Bitelchús, decir su nombre es invocar su presencia. Por parte de los desarrolladores, también entiendo que prefieran mantenerse callados no sólo por eso, sino porque no se me ocurre mejor manera de invitar al acoso que decir “sí, este juego es político”. Si ya echan mierda por retrasar un juego o porque los gráficos no sean perfectos, imagina por querer decir algo significativo.

Quiero creer que esto no seguirá siempre así y que no es tanto cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo. La industria de 2021 y la de 2004 existen en galaxias distintas, y si seguimos vivos en 2042, espero que hayamos avanzado un par de pasos más. Hasta que llegue ese día, yo voy a gozarme unas partidas disparando en medio de una tormenta catastrófica. Quiero jugar con amigos y pegar tiros y matar y conquistar y todo eso. Pero Battlefield 2042 va sobre el cambio climático. Lo que pasa es que también puede ser un juego divertido.

Comments

Anonymous

El ejemplo del paté lo resume todo. Gracias, Dayo.

Pablo Rodríguez Beltrán

Me dan la vida estos textos. Especialmente que estén en audio tambièn

Anonymous

wena muchas gracias por el audio