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En 2016 tuve la ocasión de analizar Yo Kai Watch en Mundogamerspor mi propia voluntad. Siendo alguien que creció jugando Pokémon, quería ver qué onda con esta nueva creación que buscaba usurpar el trono a los monstruos de bolsillo que tanto amaba. El juego me pareció normalete, pero esa no es la cuestión: lo importante es que, en Yo Kai Watch, eres un niño que deambula por las calles, con sus semáforos y sus pasos de cebra. Si no cruzas la calle cuando el semáforo está en verde, se te aparece un yokaiy te cruje a hostias.

No, de verdad.

Es algo tan particular que se ha quedado conmigo hasta hoy y seguiré recordándolo toda mi vida. Yo Kai Watch enseña a los niños cómo cruzar como ciudadanos responsables. Para que luego digan que los videojuegos son una mala influencia.

OK.

Deus Ex: Mankind Divided.

Una de las bases del juego es que la gente es racista (¿tecnófoba?) con aquellos que tienen aumentos en su cuerpo. OK. La duda de dónde está el límite, si alguien con un marcapasos es “natural” pero otro guaje que ha perdido un brazo y ahora tiene una extremidad biónica resulta que es un “aumentado”, permanece. Pero vale. Debates semánticos, estaríamos aquí hasta el día del Juicio Final.

Adam Jensen es un aumentado.

Es una oportunidad cojonuda para poner al jugador en la piel de alguien que sufre los males de la opresión sistémica y los prejuicios xenófobos. Que no es xenofobia, ya, pero como si lo fuera. Tu entrada a la bella ciudad de Praga pasa por un control aleatorio, de vez en cuando te piden los papeles, los aumentados van en el vagón de atrás. Esas cosas. Pero, al salir del vagón, o de camino para entrar en él, por qué no, hay dos vías: una para los aumentados y otra para los “naturales”. Cada uno cruza su propia puerta y hay guardias vigilando que no hagas nada sospechoso. Imponente, ominoso, opresivo.

Pero aquí estoy yo, dando brincos y pasando junto al guardia que vigila el pasillo de los naturales sin que me pase absolutamente nada. Entro, salgo, entro, salgo. Sí, me piden los papeles de vez en cuando, pero hay un fundido a negro y no puedo moverme mientras ocurre. Es una cinemática que se activa automáticamente y después puedo volver a hacer cuanto desee. Nadie se pregunta realmente qué hago en ciertos lugares, o me pide los papeles porque llevo demasiado tiempo mirando y quieren tenerme vigilado, o llaman a la policía porque he activado un aumento. Si utilizo mis prótesis para manipular a la gente con feromonas, nadie sospecha nada ni dice nada.

Llamadme necio, pero yo aprendí a no cruzar con el semáforo en rojo jugando Yo Kai Watch. No quiero decir que hasta los 25 cruzase la calle sin mirar, aunque casi, pero al menos jugaba siendo y sabiendo lo que es un buen ciudadano. Todavía me acuerdo de cómo Alan Wake no daba miedo, pero joder, no me siento a salvo si no hay una fuente de luz cerca. Las mecánicas hablan más que las palabras, que las cinemáticas, que el guion.

Deus Ex: Mankind Divided no está obligado a nada; no tiene que hacerme sentir de cierta manera o actuar como le pido. Pero tampoco estaba obligado a escribir una historia sobre opresión, más aún cuando es Jensen, el protagonista, el jugador, quien cae en la casilla de los oprimidos. Por supuesto, se puede hablar en mayor profundidad de las causas de esa misma opresión y de su presentación. Seguramente haya más de una grieta que no soy capaz de ver porque tengo un repóker de privilegios y me he criado en una burbuja.
Pero no puedo evitar sentir que es una versión simplificada de la realidad.

Hubo una vez, esperando un vuelo en los EE. UU., que nos pararon a mí y a mi familia. Resulta que mi madre se parecía mucho o tenía un apellido similar al de alguien buscado y tuvimos que ir a la comisaría del aeropuerto, dar nuestros datos y dejar nuestro equipaje para revisión. Mi madre no quiere que mencionemos esto y desde entonces ya no hay tantas visitas de desconocidos cargando maletines llenos de dinero, pero eso fue más que un “disculpe, ¿es usted esta persona? ¿No? Vaya, perdón”. Llevó tiempo, aislarnos en otra habitación, desviarnos del curso que, se entiende, sigue la gente “normal”. Si eres árabe y vives en los EE. UU., supongo que habrá mucho más que esto. Si eres afrodescendiente y la policía te pide los papeles, no ocurre en una cinemática automática. Incluso siguiendo las directrices de la policía, hay veces en que te acaban matando a tiros.

No digo que Mankind Divided presente mejor o peor los conflictos raciales, pero por lo pronto es el derroche de una oportunidad valiosa: enseñarnos qué significa ser el otro. La gente a veces te insulta mientras vas por la calle, ¿y qué? Esto es un videojuego, ese NPC ni siquiera es un personaje: es un modelo que alguien ha puesto aquí para que esta zona parezca una ciudad y no un laberinto. Como Adam Jensen no me siento expuesto ni limitado; soy tan libre como siempre he sido en cualquier otro videojuego, pero a veces tengo que jugar a ser el perseguido, ver otra cinemática donde Adam da su pasaporte. Iré en la parte de atrás del vagón, pero llega cuando yo quiero y me lleva donde yo deseo automática e inmediatamente. No es tan dramático.

Matizo: es dramático si te pasa esto en la vida real, por supuesto, pero dentro de los confines del videojuego se entiende que esto, simple y llanamente, es así. Crash Bandicoot no puede agarrar cajas no porque carezca de la fuerza o sea tan arrogante que se niegue a portar nada; simplemente no puedes agarrar objetos en Crash Bandicoot. Ocurre lo mismo aquí: lo que es una limitación estructural, para mí, son las reglas del juego. Quizá de cada cien tiendas sólo dos me vendan objetos, pero es que sólo puedo entrar en esas dos tiendas.

Integrar estas formas de opresión no debe ser fácil ni cómodo, y sobre todo trae la posibilidad de hacer que el jugador se sienta perseguido e indefenso en todo momento. Y esa es la idea, sí, pero la expectativa del videojuego es que lo disfrutarás, que esta es una fantasía de poder. Y así es: Adam Jensen es el puto amo. Puedo entrar en una tienda y coger los credchip que hay sobre la mesa del encargado y nadie me va a decir nada. Si accedo a un ordenador público, mientras la zona no sea restringida, nadie vendrá a frenarme. Una vez más, estamos en aquél chiste de The Legend of Zelda, el de Link entrando en las casas ajenas para romper la porcelana fina en busca de rupias.
Salvo que aquí se supone que Link forma parte de una minoría oprimida.

Aún queda para que complete Mankind Divided, pero las intenciones de esta historia sobre prejuicios y miedos, por desgracia, se quedan en el intento. Y no hacía falta, porque esto de lo que va es de transhumanismo. Pero más triste aún es que salga de Mankind Divided sin haber aprendido absolutamente nada. Es una pena que haya sacado más de un juego para niños sobre fantasmas llamados Mokopavo o Alcaldero que de una obra cyberpunkque busca explorar los límites de la humanidad.

Comments

Anonymous

Me encanta Deus Ex, aunque sé que es bastante mainstream. Gracias por aportar tu punto de vista, siempre es entiquecedor.

Molk

"mira en el menú y señala rápidamente": dos de sarcasmo con una de verdades, después un café, gracias