Home Artists Posts Import Register

Content

Esta es una larga historia donde os contaré poco a poco como me convertí en una Maid sexual totalmente entregada. 

Te recomiendo comenzar a leer este relato por el principio (pulsa aquí para ir al primer capítulo).


CAPITULO 3

SALÓN Y PRESENTACIÓN

Recuerdo especialmente bien que antes de llegar al salón estuve muy cerca de irme de allí. Todo aquello me superaba, pero desde lejos vi a otras personas en el salón y realmente tenía ganas de saber con qué me sorprenderían.

Al entrar allí algo destacaba enormemente por encima de todo lo demás, incluso por encima del tamaño de aquel salón. Una pareja joven que estaba justo en el centro, un chico y una chica estaban sentados uno frente al otro en unos asientos de terciopelo rojo. Era extraño ver que estaban allí sentados, sin hacer nada, solo se miraban el uno al otro. También destacaba que estaban sobre una ligera plataforma de unos 20 centímetros, de tal forma que tenían un poco de altura. Sin duda estaban allí porque de algún modo eran el centro de atención.

-Dadme un numero 2. <<Dijo la señora de la casa>>.

Al decir aquello, aquellos jóvenes comenzaron a besarse. Ella se levantó de su asiento para sentarse en el regazo de él y él empezó a tocarle los pechos y agarrar su pelo con fuerza.

-Ellos son una pareja que están aquí para darse placer entre ellos y que los demás disfrutemos del espectáculo. Si les digo ‘’nivel 2’’ es que pueden dar rienda suelta a su pasión, pero sin llegar al orgasmo. Eso sería un espectáculo de nivel 3.

Yo seguía de pie mirándolos. ¿Estaban allí para que los demás mirasen? Mientras pensaba aquello podía ver como el chico metió la mano por debajo del traje de ella y le tocaba los pechos sin pudor.

-Siéntate.

Aquella mujer señaló a una silla y yo procedí a sentarme. Ella se sentó frente a mí en un sofá mientras el espectáculo continuaba en un segundo plano. 

-Estás muy nerviosa, puedo notarlo. Es normal, todo el mundo reacciona un poco así la primera vez que viene, no te preocupes tanto chica.

Antes de que pudiese decir nada, ella sacó de su bolsillo una pequeña campana que agitó con fuerza. Entendí que llamaba a alguien y en un momento el mayordomo llegó de nuevo.

-Ponte ahí.

El mayordomo se puso a cuatro patas frente a aquella mujer y ella puso sus pies sobre él, como si de un taburete se tratase.

-Dile a nuestra invitada si te gusta estar así.

-Sí, me gusta.

-¿Cuánto te gusta del uno al diez?

-Ummm, nueve mi ama.

Me sorprendió que no dijese diez. Ella siguió hablando.

-¿Por qué no es diez?

-Esto me encanta pero hay otras cosas que me hace que me gustan más.

No podía creer que aquel mayordomo que hace un rato me abrió la puerta con tanta amabilidad y respeto ahora estuviese así de humillado frente a mí.

-¿Qué otras cosas te gustan más? <<Dijo ella>>

-Cuando me escupe o me azota mi ama.

Ella cambió la dirección de su conversación y comenzó a hablar conmigo.

-Esto es lo que quería mostrarte. En esta mansión todos hacen cosas que le gustan. David y Nuria, los chicos que ahora se están besando encontraron algo que ofrecerme, un show pasional. Mi mayordomo me ofrece una lealtad que le da placer. Todos están aquí por placer. Mi propuesta es que vengas una semana y descubras todo lo que esta casa puede ofrecerte.

Aquella mujer supo engatusarme y decidí preguntar.

-¿Qué tendría que hacer durante la semana de prueba?

-¿Ves ese colgante blanco que llevas? Te daría otro de color blanco y rojo. Eso querría decir que nadie te va a tocar. Ni mis invitados, ni mis trabajadores ni tampoco yo. Con ese colgante mis empleados sabrán que estás de pruebas, ellos también lo han llevado. Durante una semana trabajarás limpiando, fregando, cocinando, ordenando, lavando, en general haciendo cosas de casa. Mientras trabajas verás más de cerca cómo funciona este lugar. No tienes que hacer más.

-¿Cómo acabaron las personas que has visto en esos puestos que les has dado?

-Algunos tardaron más de una semana en descubrir su posición pero al final todos son los que me ofrecen y me hacen una petición. Algunos de ellos hacen más de una cosa sexual en casa. Él por ejemplo (señalando al mayordomo) hace muchas cosas en casa. La pareja sin embargo solo hacen eso, besarse y follar en mi presencia.

En ese momento ella se levantó y se dirigió a una cortina que había en el salón. Para mí sorpresa tras la cortina no había una ventana como suele ser habitual, si no que había cuerdas y correas. Eran un poco parecidas a esta:

Había dos en el suelo y dos más elevadas, sin duda eran para atar a alguien allí.

-Cristina, la chica de mi despacho, no está siempre allí. A veces la dejo aquí, atada a la pared. También le gusta. Si ella se cansa o necesita ir al baño solo tiene que pedírmelo o decírselo a cualquiera de nosotros. No está atada contra su voluntad, también le gusta. De todas formas en un año y medio que lleva ella aquí nunca me ha pedido que la desate.

-Entonces… ¿Tendría que decidir yo mi posición en la casa?

-No tiene por qué. También puedo pedirte yo algo. Te aseguro que tras esa semana lo tendrás todo más claro.

-Yo… tengo que pensarlo.

- Bueno, voy a enseñarte el resto de la casa. Te aviso, no será tan interesante porque ahora mismo no hay más trabajadores en la casa, ya has visto todo lo más picante jajaja.

Aquella risa fue bastante sincera y me relajó un poco, le dio un toque humano a aquella extraña situación. Accedí a seguir la visita la casa y mientras veía aquella enorme mansión seguí hablando con ella.

-¿Por qué te llaman ama?

-Al principio no era así pero el cocinero me preguntó si podía decirme ama y al final la idea nos gustó a todos.

-¿Hay muchos más empleados en la casa?

-Si la verdad jajaja, ahora no están, tienen distintos horarios. Hoy has visto a 5 pero hay más de 10.

-¿Está usted casada?

-No pero… ¡no me llames de usted! Mi nombre es Charlotte. Por cierto ¿Cuál es tu nombre?

- Mi nombre es Marta.

Importante, Marta no es mi nombre real, he cambiado esta parte del relato.

Ella me enseñó toda la casa. Había partes de aquella mansión que eran increíbles, incluso tenía una habitación especial para el sexo llena de chismes y cachivaches (en otro episodio os contaré mejor como era aquella habitación).

Tras la visita ella me acompaño a la puerta y tuvimos una última conversación.

-Charlotte: ¿Puedo saber si vendrás entonces a mi semana de prueba?

- No lo sé…

-Recuerda que nadie va a hacerte nada y si quieres irte en cualquier momento solo tendrás que decirlo. Déjame decirte también que eres muy guapa y me encantaría conocerte y tenerte como empleada.

-Gracias, yo… lo pensaré.

Tras decir aquello comencé a alejarme.

-¡Te espero este lunes entonces! <<Dijo ella con bastante entusiasmo>>

Tras aquella última frase, me marché.

Recuerdo que al llegar a casa comencé a pensar con más claridad en todo lo que había ocurrido. Aquel día era viernes y estoy segura de que si hubiese sido un sábado el día que empezaba la semana de prueba no hubiese ido. La espera del viernes al lunes fue lo que me excitó en casa, no podía parar de pensar en que cosas me esperaban en aquella mansión. Recuerdo que incluso me masturbé un par de veces pensando en aquella en ella y sus posibles perversiones.

Si, finalmente acepté el trabajo-invitación y me planté allí 3 días después para comenzar con la semana de prueba.

Mi primer día os lo contaré en el próximo episodio 4.

Pulsa aquí para ir directamente al siguiente episodio 4. 

Comments

Anonymous

Por ahora todo bien.